Saturday, April 6, 2019

La Ética del Artesano


VENUSTAS SENSATAS HUMANITAS

Pygmalion y Galatea, Gérôme
En el siglo I d.C. El arquitecto romano Marcus Vitruvius Pollio escribió un axioma, una declaración tripartita de valores que guiaría la ética arquitectónica durante muchos siglos: Firmitas, Utilitas, Venustas, traducidas como Durabilidad, Utilidad, Belleza. ¡Y con razón! El "architectus" era el "principal constructor"; Su deber era crear edificios sostenibles y agradables para sus usuarios. 

Junto al arquitecto, creando cualquier cosa en este mundo con sus manos, teníamos al "Homo Artifex", el hombre que hace arte, el artesano. Quizás nunca de un modo consciente, pero ciertamente el  artesano siempre se sintió guiado por una ética diferente. Propongo un axioma paralelo para el artesano: Venustas, Sensatas, Humanitas.

VENUSTAS

La belleza es la ética compartida entre el arquitecto y el artesano. Sin embargo, mientras que el arquitecto crea para la escala del cuerpo, el artesano crea a la escala de la mano y el ojo. Ciertamente el arquitecto trabaja para el deleite de su jefe o cliente; Sin embargo, el artesano se integra en la propia obra. Por ejemplo, tal vez el arquitecto decida que debe otorgarse la belleza de una cierta ornamentación.

Entonces el arquitecto tiene que encontrar un precedente apropiado, y dirigir al artesano para hacer referencia de tal o cual columna, hacer ajustes para determinar la escala del espacio, transmitir ligereza o pesadez con las sombras, y así sucesivamente. Tal vez el arquitecto, que tiene un interés particular se pase de vez en cuando durante la obra.

Cortesía de Palladio Mouldings
La intensidad de la experiencia del artesano es completamente diferente. ¿Qué grosor deben tener las hojas? ¿Cómo se deben enrollar? ¿Deberían los lóbulos ser un poco más redondeados? ¿Los óculos más profundos? ¿Las costillas más delgadas? Se consideran mil decisiones, cientos de ellas descartadas, mucho más allá de la satisfacción del arquitecto o el capricho del jefe, es más bien algo agonizante a un simple vistazo.

SENSATAS

Sentimiento, emocion, vida. Hace poco fuí a hacer un asesoramiento en el histórico Drayton Hall. La fachada del edificio es fina, bien proporcionada, bastante común y corriente sin nada destacable. Se podría argumentar que temenos algunos ejemplos de fachadas más finas en Charleston y que esa fachada no tiene nada que señalar en comparación con el verdadero ejemplo de la Villa Capra de Palladio por ejemplo.

Sin embargo, no puedes dejar de contentarte cuando entras al piso noble de una gran residencia con sus techos decorados con preciosos ornamentos y paneles en las paredes. ¿Es esa la representación más fina del artesano? Quizás no…¡pero está llena de sentimiento! Luego pasas a una habitación adyacente y te quedas cautivado por un techo enlucido modelado a mano. No hay una línea sublime o una sombra nítida. Sin embargo, esa falta en precisión es lo que lo hace especial. Me atrevería a decir que son esas dos habitaciones lo que hace del Drayton Hall un lugar emblemático. No su historia, la proporción o el hecho de que Drayton Hall sea fiel al estilo colonial del Palladio georgiano, sino que es la belleza artesanal expresada con sentimiento en esas habitaciones. Drayton Hall es uno de los edificios más queridos en Charleston y uno de los más queridos en los Estados Unidos. ¿Porque hay tanta gente que siente tal conexión con los espacios cuando entran a esas habitaciones en Drayton Hall? Quizás es porque esos artesanos, todavía muchos años después son capaces de comunicarse con nosotros, como si nos estuvieran ofreciendo un regalo a través del tiempo.

Drayton Hall

La naturaleza libre y casual de su mano de obra nos permite empatizar, compartir y podemos ver la mano del artesano en el trabajo e incluso llegar a imaginar que la mano del artesano es nuestra propia mano. De algún modo la conexión emocional nos lleva todavía más allá, sintiendo cuánta paciencia y concentración fue requerida para realizar esas sutiles sombras de los ornamentos y los fluidos espirales decorados con hojas. Mientras que el arquitecto diseña una construcción duradera para satisfacer las necesidades, el artesano continúa embelleciendo con esmero para alimentar nuestras almas.

HUMANITAS

Cortesía de Hunt Studios
No imagines que podemos crear algo verdaderamente bello. La hoja más agraciada jamás esculpida en mármol por el propio Calímaco se volvería simple hasta convertirse en insignificante cuando la examinamos contra la hoja de un diente de león, cardo, acanto o cualquier otra hierba que pudiéramos pisotear. Lo que podemos hacer es apreciar la delicadeza de una flor, la gracia de un león o la belleza de la forma humana y registrarlo en madera, en piedra, o en estuco . Este es el acto de apreciación transmitida, una calidad decididamente humana que da nobleza al arte, al artesano y a nuestro patrimonio cultural compartido.

Por esta razón, el arte hecho industrialmente está muerto. Más que no tener vida es que es inútil. La belleza que podemos extraer del arte es la interpretación de la vida por la mente humana y que pasa por la mano humana. No hay una conversación con un ordenador o una máquina. Me gustaría dar esta súplica al arquitecto o al cliente: concede al artesano la libertad en su arte. Y al artesano esta precaución: no dejes que ningún hombre te quite esa libertad. Las personas pueden tener sus almas arrebatadas y ser también convertidas en máquinas.


Este artículo fue escrito por Patrick Webb
Traducido por Anna Castilla Vila